Este es un rincón sobre mi pasión cofrade, donde os dejo sobre todo información histórica, fotografías y vídeos de las Hermandades de Jerez de la Frontera

El Descendimiento

PONTIFICIA Y VENERABLE HERMANDAD DE NAZARENOS DE NUESTRA MADRE Y SEÑORA DE LA SOLEDAD Y SAGRADO DESCENDIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Dos pasos

 

PASO DE MISTERIO

El grupo escultórico es obra, del imaginero sanroquense Luis Ortega Brú, con un verdadero sincretismo entre el manierismo, tendencia natural de este autor, y la escuela castellana, que adquiere tras su residencia en Madrid. El grupo tiene un esquema triangular ascendente cerrado y el Cristo queda enmarcado. Es una obra personalísima, grandiosa, maravillosa no sólo como conjunto escultórico, sino que hay que tener en cuenta que cada imagen es una joya del arte cofradiero de nuestra ciudad. El conjunto se divide en dos grupos: Las figuras que están subidas en escaleras, apoyadas éstas en la Cruz, que son de talla y las que están llorando o dispuestas a tomar en sus brazos el cuerpo del Redentor. Estas últimas son de vestir, con lo que su peso se reduce notablemente, además que la tradición así lo exige. Ortega representó el momento del Descendimiento de Cristo de la Cruz tras haber sido desclavado de la misma por José de Arimatea y Nicodemo, los cuales aparecen sosteniendo con un sudario el cadáver del Señor. La patética escena es presenciada por la Virgen María, San Juan y las tres Marías. Sobre este grupo escultórico el artista manifestó, en unas declaraciones en la Iglesia de la Victoria, que le había sido muy difícil y problemática la representación de la imagen del Santísimo Cristo del Sagrado Descendimiento muerto, habiéndole acarreado muchas dificultades y, en varias ocasiones, había sido destruida por el maestro y vuelta a hacer. La talla del Cristo es toda de talla, de tamaño natural muy cumplido y de grandes proporciones. Es estilizada y majestuosa, a pesar de su postura y de la rigidez cadavérica que claramente revela la fase postmortal y el agarrotamiento subsiguiente a ser desclavado. La cabeza la tiene caída sobre el hombro izquierdo. Los ojos están entreabiertos, la nariz es recta y afilada, la boca está asimismo entreabierta y es de labios pálidos, como si presentara signos de anemia. El pelo es rizado y cae sobre la frente en desorden consiguiendo maravillosas ondulaciones a base de los juegos de claroscuro. La palidez del rostro refleja, con grandioso patetismo, los padecimientos soportados por Cristo antes de morir. El artista hace alardes de conocer la anatomía humana: Venas, tendones, arterias, costillas y huesos, así como las articulaciones y los músculos están maravillosamente esculpidas y la postura de las piernas y de los brazos refleja, con trágica claridad, la rigidez de un ser humano muerto.

PASO DE PALIO 

En el paso de palio se venera la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, talla de tamaño natural, de madera de cedro y pino, y de candelero. Mide 1,65 metros.  En la segunda década del siglo XX le colocaron un clavo entre las manos. Casi terminando los años cincuenta le cambiaron las manos a la Virgen. Ahora el clavo es de oro y plata, está rematado por un gran rubí y la Virgen lo sostiene delicadamente entre los pliegues de un finísimo pañuelo. La cabeza hace un leve giro a la derecha y con expresión ensimismada. La boca está entreabierta, con un rictus de dolor suave y amargo a un tiempo. La nariz es clásica y recta. Si a esta imagen la contemplamos de cerca, hay que ir directamente a sus ojos, llenos de un hondo e insuperable misticismo, y a sus manos, que son estilizadas, de dedos finos y largos y perfectos de composición. Las lágrimas que Fernández Pomar le colocó en las mejillas fueron, por desgracia, retocadas en el siglo actual, por lo que han perdido cierto afecto plástico. Todo en esta Dolorosa respira congoja, piedad, admirable resignación, suavidad, ternura y delicadeza. Esto último es muy perceptible en la forma que tiene la Virgen de sujetar el clavo, como si lo estuviera acariciando. Es una lástima que Fernández Pomar no dejara más que esta talla. Fue restaurada, del 29 de junio al 12 de julio de 1994 por Isaac Navarrete y Rosario Martínez Lorente.

TÚNICA

Túnica y capa de color negro y antifaz y cinturón de raso morado y zapatos negros con hebillas plateadas. Sobre la capa, el escudo.
La vestimenta anterior fue, para el primer cortejo, hábito de color blanco con capirote y esclavinas morados. Para el segundo, túnicas negras y capirotes y esclavinas de color morado. 

 

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